Cuando las cosas no salen según lo planeado las personas pueden frustrarse por no conseguir aquello que esperan. Sin embargo, no vale la pena enfadarse o entristecerse por este motivo, tampoco se tiene que abandonar una idea porque no haya salido como queríamos.
Que algo no salga como deseamos no implica que la idea sea mala, que sea una pérdida de tiempo o que no podamos conseguir lo que nos hemos propuesto. Los errores son un gran maestro, si no nos obcecamos en hacer las cosas de una determinada manera, si probamos diferentes perspectivas para valorar otros puntos de vista y si prestamos atención a los fallos cometidos, aprendiendo de ellos, podremos encontrar diferentes planes que nos lleven finalmente a nuestro objetivo.
Que algo no lo consigamos a la primera no significa que no lo podamos conseguir. Recuerda, si el plan “A” falla, tienes 26 letras más en el abecedario. Sigue intentándolo, no te rindas.
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